Fingir que no me querías

 



Fingir que no me querías


Yo sabía en tu silencio

el rumor de la montaña,

ese fuego que escondías

bajo tu mirada clara.


Tus ojos —dos hondos ríos—

me buscaban sin palabras,

aunque fingías, orgulloso,

cerrar tu pecho con llamas.


Ay, corazón de nevado,

duro como la quebrada,

¿por qué negaste el deseo

si en tu voz se desbordaba?


Yo sentí en cada latido

tu ternura sofocada,

fingir que no me querías

fue tu culpa y mi desgracia.


Más en la noche sin luna,

cuando el viento me abrazaba,

supe que en tu piel dormía

mi nombre, como una llama.


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