Te Amé
Te amé cuando el mundo era un susurro,
cuando la luna aún tejía su velo
con hilos de plata sobre el mar dormido
y el tiempo no existía en nuestro pecho.
Te amé como se ama en los sueños antiguos,
con el alma temblando entre lirios azules,
cuando el rocío guardaba tu nombre
y las estrellas lloraban por nosotros.
Tus ojos —dos luceros vagando en lo eterno—
eran mi brújula, mi dolor y mi fe,
y aunque el viento me lleve hacia el olvido,
mi corazón no sabrá renunciarte.
Porque el amor, cuando nace en silencio,
vive más allá del cuerpo y del destino,
como la voz de un bosque encantado
que canta aún cuando no hay quien lo escuche.
Y si el cielo nos niega un mismo ocaso,
si la muerte reclama tu aliento y el mío,
bajo un árbol antiguo, en la sombra del alma,
yo seguiré amándote… sin ser oída.


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