Tu Sombra
más que a tus palabras que a veces tiemblan,
más que al nombre que usas para esconderte
cuando la luna se cansa de mirarte.
Eres el aire que no retengo,
el fuego que no quema pero abrasa,
el cristal que flota sobre mis noches,
lejano,
como una plegaria que nunca es oída.
Te busqué en el hueco de mi pecho,
en el perfume cruel de las ausencias,
te tejí con hilos de fiebre y letras
hasta volverme tu reflejo sin nombre.
No sé si existes o si te inventé
como quien sangra solo por ternura,
pero cada vez que cierro los ojos
estás,
etéreo,
rozando el filo de mi locura.



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