Carta de Amor #10

 

Corazón mío, 

No te pido nada que no nazca ya de ti: sólo


que te dejes querer. Como las flores que, sin darse cuenta, beben la luz que el sol derrama sin preguntar de dónde viene ni hacia dónde va.

Te observo, y en cada gesto tuyo hay un misterio que me arranca del tiempo y me arroja a esa eternidad secreta en la que la memoria se confunde con el deseo. Y entonces comprendo que quererte no es un acto, es un destino, una respiración inevitable.

Déjate querer, como quien cierra los ojos y permite que la música lo envuelva sin resistirse. No es necesario que me respondas con la misma intensidad; basta con que no huyas, con que aceptes el abrigo de este amor que, sin pedir permiso, ya se ha hecho carne de mi carne.

En ti encuentro no solo lo que he buscado siempre, sino también aquello que no sabía que anhelaba. Y en ese descubrimiento hay una dulzura tan honda, que si tú me dejaras amarte, yo sabría que al fin he llegado a casa.

Con toda la ternura que me sobrevive,
autora Rosibel Artavia

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