Hoy

Hoy

Hoy
los relojes se disolvieron como azúcar en lengua de ángel,
y un caballo azul, lleno de luciérnagas,
cruzó mi pecho sin pedir permiso.

Hoy
las ventanas respiraron como bestias recién nacidas,
y los espejos me devolvieron tu nombre
hecho de polvo de constelaciones inéditas.

No es amor sencillo, lo nuestro:
es un laboratorio interdimensional
donde las emociones se derriten en frascos
y vuelven a levantarse con alas de Ángel

dorado.

Te pienso
como quien escucha un rumor de estrellas debajo de la piel,
como quien descubre que el universo tiene
tu misma forma cuando se estira al amanecer.

Hoy —
si te acercas—
te prometo un café servido en una taza de luna,
un abrazo que habla el idioma de los relojes rotos,
y un corazón que aprendió
a renacer con el fuego de los meteoros.

Porque hoy, amor,
el mundo se abrió como una flor eléctrica
y en su centro
hallé tu voz.

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