Es un Sueño El Amor
Amado mío.,
Esta carta no camina: flota.
La escribo con la tinta suave de los sueños,
esa que no mancha, pero permanece.
Anoche el amor vino a verme.
No tocó la puerta —el amor nunca pide permiso—
entró como la luz que reconoce su casa.
Traía tu nombre envuelto en silencio
y una paciencia antigua,
de esas que saben esperar sin cansarse.
He aprendido que amarte
no es poseer el día,
sino cuidar la noche.
No es decirte “quédate”,
sino abrir la ventana para que vuelvas
cuando el viento lo decida.
Porque el amor, cuando es verdadero,
no encadena: acompaña.
Si alguna vez dudas de mí,
mira el cielo cuando amanece:
verás cómo la luz no lucha con la sombra,
simplemente la transforma.
Así te amo yo:
sin ruido, sin prisa,
como quien riega una semilla
con la certeza de que florecerá,
aunque no esté mirando.
Dicen que los sueños se disuelven al despertar.
Este no.
Este se queda.
Camina conmigo, se sienta a mi mesa,
pronuncia tu nombre
como si fuera una oración cotidiana.
Si el amor es un sueño,
que nunca nos despierte del todo.
Y si despierta,
que sea solo para mirarnos
y volver a soñar juntos.
Con la ternura de lo eterno,
Rosibel.



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